Durante los últimos meses hemos estado confinados al espacio de nuestras residencias. En este tiempo hemos visto cómo debemos de trabajar y colaborar de manera remota, reconociendo lo difícil que es establecer una comunicación corporal y social a través de una pantalla plana.
Considero que existe un problema serio para las marcas empresariales y es la pérdida de su identidad corporativa, porque creo que no existe nada peor para una marca que el ser olvidada por la gente. Hace unos meses entrábamos por una oficina con una recepción, en dónde estaba el logo de la empresa. Así mismo, todo el interiorismo y las personas reflejaban la cultura empresarial; pero hoy todo eso ha quedado aniquilado por una entrada digital a nuestros hogares.
Padecemos lo que le llamó el síndrome de la pared blanca; que son todas aquellas videoconferencias en donde los usuarios están con la camara apagada o prendida pero postrados con una pared esteril atrás (generalmente de color blanca).
La gran mayoría de personas estamos haciendo videoconferencias a través de una pequeña cámara colocada a 30 cm de nuestras caras, la cual genera un reto de luz, acústica y privacidad, que muchas veces nos obliga a apagarla. En un inicio de la pandemia me di cuenta, que no importaba si fueran clientes, empleados o dueños empresas, porque el aspecto estético de la videoconferencia siempre el mismo...múltiples cámaras con paredes blancas por todos lados.
Como una lucha contra esta difuminación de la marca Domus, decidí encontrar una solución que promoviera la identidad corporativa pero que adicionalmente se sintiera que verdaderamente estuviéramos en una reunión presencial con más personas.
Por fortuna tenía un espacio amplio disponible en mi casa y los recursos para hacer este experimento. Fue ahí que en un lapso de tres semanas diseñé y construí una sala de reuniones que funciona también de escritorio.
El espacio está diseñado de tal manera que mi cámara está a 3 metros de distancia ( lo cual es una distancia normal en una sala de reuniones). Dicha cámara direccionada hacia el logo blanco con luz indirecta montado sobre un muro rojo detrás de mí silla, de una manera imponente y memorable cómo lo ha sido Domus. Sobre esa cámara coloque una pantalla de televisión que yo pueda ver y leer lo que proyectan en las videoconferencias. Instale una computadora Apple Mac Mini con un teclado remoto para controlar sin uso de cables todo lo que sucede en este gran monitor. El espacio está rodeado de una luz natural complementaria con un diseño de iluminación artificial cálida.
Se que no todos disponen de un lugar así de amplio para generar esta comunicación de marca, pero es algo que proximamente estaremos replicando con un vinilo impreso para espacios reducidos con nuestro logo, con esto además lograremos obtener mayor privacidad y finalmente recuperaremos la identidad corporativa que la promoverán todos los empleados en sus reuniones virtuales.
Así que como dicen en Hollywood: ¡Luces, cámara y acción! Que sigan las videoconferencias...
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