Hace solo un año, la mayoría de las oficinas funcionaban con un horario principalmente diurno, casi todas con un solo turno y bajo un código de trabajo en el que el trabajador se reportaba o marcaba sus entradas y salidas en un horario específico. Además, desarrollaba su trabajo de concentración –contestar correos, hacer llamadas y tareas de manera autónoma– y de colaboración –reuniones y trabajo en equipo– en un solo lugar. Esto provocaba que el lugar de trabajo, la distancia y la complejidad de movilización determinara, en gran parte, dónde vivía la persona. Esto era parte de la tradición: se sabía cuánto tiempo implicaba movilizarse al trabajo, se salía y se volvía siempre a las horas pico del tráfico, teniendo que comer en la oficina o en sus alrededores. Las ciudades eran “ciudades de 16 horas”, lo que significa que pasaban 16 horas desde que comenzaba el tráfico hasta que bajaba.
Ahora estamos viendo una transformación abrupta con respecto a lo anterior. Durante la pandemia las oficinas prácticamente se dejaron de usar y, cuando pase, la demanda de oficinas se va a reducir considerablemente. Se estima que en muchas ciudades va a tomar entre cuatro y ocho años absorber los metros de oficina para que regresen a los niveles del 2019. Esto significa que la demanda y por ende el precio va a reducirse. Muchas multinacionales, corporaciones y empresas locales ya están haciendo reducciones considerables en el tamaño de sus oficinas. La reducción del tamaño físico tiene que ver con las decisiones que muchas empresas están tomando en cuanto a la modalidad de trabajo. Mientras que algunas continúan con el mismo número de trabajadores que antes, conservando el mismo espacio, otras se están adaptando a una forma de trabajo híbrido, en el que los trabajadores asisten a un espacio de oficina sólo cuando es requerido para la colaboración con otros y se queda en casa realizando el trabajo autónomo. Esto implica que al empleador no le trae cuenta tener escritorios vacantes una buena cantidad de tiempo y pagar renta y mantenimiento. Una tercera tendencia es trasladar totalmente el trabajo a una modalidad remota, lo que significa que una oficina física ya no es necesaria. Esta oficina física se sustituye ahora por una buena plataforma digital, una nube con alta capacidad y canales efectivos de comunicación. En estos casos lo único que puede mantenerse es un espacio reducido para atención al cliente y sala de reuniones para cuando la colaboración es necesaria.
Como muchas otras empresas, luego de siete años, en junio del 2020, Studio Domus devolvió sus oficinas en Guatemala y en México. Esto a raíz de que desde los primeros tres meses de la pandemia se hizo evidente que el espacio físico ya no era necesario como antes. También sabíamos que debíamos ser pioneros en el cambio que mirabamos ya surgir. Más que una respuesta a una emergencia, estábamos ante un cambio de paradigma. Seguimos haciendo oficinas para clientes que consideran que lo mejor es mantener su forma tradicional de trabajo pero porque ya habían incorporado aspectos de bienestar para los usuarios.
Tenemos la ventaja de que la tecnología está solucionando muchas cosas, sobretodo en el tema de la nube. La digitalización de los trabajos ha ayudado a que se puedan solventar muchas cosas de manera remota. En Studio Domus trabajamos con la plataforma BIM360 de Revit, la cual nos permite colaborar con ingenieros, especialistas y arquitectos en diferentes ciudades de manera simultánea, todos construyendo un modelo tridimensional en tiempo real. Esto significa que el edificio que se está construyendo lo pueden estar diseñando en Ciudad de México, en San Salvador, en Guatemala y Costa Rica de manera cooperativa. Esto, además, permite una construcción virtual. La tecnología ha minimizado la interacción física o personal pero también ha reducido los tiempos de trabajo pues la obra virtual ya resuelve mucho de lo que se miraba luego en la obra física. No hay imprevistos. A partir del último año, las soluciones han sido más y mejores. Como lo señaló Bill Gates, la pandemia y las necesidades de trabajo durante la misma anticiparon el desarrollo de la tecnología por doce años. Cada vez hay mejores interacciones virtuales, mejorando la digitalización del trabajo.
Por supuesto, aún encontramos retos en cuanto al trabajo de colaboración al reunirnos en salas virtuales. Sin embargo, nuestro trabajo en planos y digitalización de la obra constructiva ha mejorado considerablemente. Esto significa que el trabajo remoto también ha permitido que los integrantes del equipo logren niveles de concentración mucho más elevados que antes. Ahora estamos planificando un espacio físico, diseñado específicamente para los momentos de trabajo cooperativo con el equipo y los clientes. Mientras que muchas personas se siguen cuestionando si la oficina tradicional aún tiene sentido, hoy queda claro que una oficina donde el bienestar y la flexibilidad de los espacios sea central –y donde la casa se reconozca como una extensión de la oficina– es la idónea para esta nueva era.
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